Cuando el tiempo vuela. El llamado de Jane Goodall

Oct 04, 2025By Gabriela Gonzalez
Gabriela Gonzalez

Cuando el tiempo vuela. El llamado de Jane Goodall

“Al final, no son los años en tu vida los que cuentan, sino la vida en tus años.”
Abraham Lincoln

Al mirar sus fotos, entrevistas y videos, comprendo que la vida se va increíblemente rápido cuando se lleva en el pecho una misión; cuando un llamado ardiente nos invita a agradecer por cada segundo que tenemos para seguir descubriendo, amando y compartiendo un mensaje primordial.

A Jane, el tiempo debió pasarle rápido desde los 5 años. A esa edad descubrió su fascinación por observar a los animales para comprenderlos. Sentada frente a una gallina, esperó, paciente y silenciosa, casi cuatro horas para presenciar la magia de cómo pone un huevo. Después de concluido aquel instante, corrió a contarle a su madre con la ilusión más inocente de una niña llena de admiración por el proceso.

Debió ser místico el encuentro, a tan corta edad permanecer en quietud con ese propósito, descifrando los mensajes de un ser distinto a ella, hilando movimientos con sonidos, observando y dejándose transformar por un momento tan nuevo. 

Su madre entendió lo ocurrido y pudo ocultar la angustia de haber perdido a su pequeña para apreciar la épica hazaña cuando se reencontraron, esto dejó en Jane una profunda huella de respeto y amor por su esencia. 

Ella misma lo recordaba con ternura: “Mi madre no se enojó cuando me encontró desaparecida, sino que escuchó mi historia. Si no hubiera sido por ese apoyo, quizá nunca hubiera creído en mí misma.”

Cuando tenía 10 años, soñó que iría a África para vivir con los animales y escribir libros sobre ellos, las personas se rieron, Jane no tenía dinero y en esos tiempos era impensable una vida así para una mujer. Su madre fue la única que no rió, le dijo que si de verdad lo quería debía trabajar muy duro por ello y aprovechar cada oportunidad que se le presentara.

A los 23 años, siguiendo esta indomable curiosidad por los animales y el consejo de su mandre, viajó a Kenia donde conoció al paleontólogo Dr. Louis Leakey, quien la eligió para estudiar a los chimpancés. 

Así fue como 3 años después llegó a Gombe, Tanzania, para realizar estudios sobre los chimpancés salvajes, acompañada de su madre durante unos meses, pues el gobierno no permitía que se quedara una mujer sola en la selva.  

Jane no tenía formación universitaria, pero revolucionó el estudio de los chimpancés al demostrar que utilizaban herramientas, tenían un comportamiento social complejo, y podían comunicarse y expresar emociones. Esto rompió prejuicios científicos, abriendo la puerta a una nueva forma de comprender la inteligencia animal. 

A los 31 años recibió un extraordinario reconocimiento, un doctorado en etología por la Universidad de Cambridge que le fue otorgado sin haber asistido a la universidad.

Jane, expandió su misión y pasó de investigadora a activista. Trató de alertar a la comunidad científica sobre el daño que los humanos estábamos causando al planeta; entendió que había que alzar la voz y movilizar al mundo.

Con sus palabras amorosas decía: “Los animales son mucho mejores que nosotros, recordándonos lo que realmente importa: el amor, la compasión y la conexión.”

Con esta nueva mira fundó dos programas, el Jane Goodall Institute a los 43 años, con el objetivo de proteger a los chimpancés y su hábitat, promover la educación y el desarrollo comunitario en África, e impulsar proyectos de conservación y bienestar animal a nivel internacional; y a los 53 años, creó "Roots & Shoots", para empoderar a jóvenes para crear proyectos en favor del medioambiente, los animales y las personas. 

Jane decidió enfocarse a motivar a los jóvenes, pues observó su apertura a nuevas ideas y mente libre de viejos hábitos. Hoy "Roots & Shoots" está presente en más de 100 países.

Amplió su causa abarcando a todos los animales, los ecosistemas y a la humanidad misma.

 “Cada individuo importa. Cada individuo tiene un papel que desempeñar. Cada individuo marca la diferencia.”

Su activismo alcanzó su máxima expresión con un nuevo y noble propósito, un mensaje sobre la esperanza. Un trabajo fino y preciso que solo puede nacer de la artesanía misma donde se une  la dedicación y el tiempo. 

A sus 87 años, en “El libro de la esperanza: una guía de supervivencia para tiempos difíciles”, coescrito con Douglas Abrams, dejó una brújula para navegar las dificultades que enfrenta el planeta donde habla de las cuatro razones para nunca rendirnos:

La increíble mente humana, capaz de crear, reparar y resolver problemas. 
La resiliencia indomable de la naturaleza, que se restaura y regenera incluso sin la intervención humana. 
La fuerza transformadora de los jóvenes, las nuevas generaciones conscientes, activas y valientes. 
El espíritu irreductible del ser humano, la fuerza interior que sobrepasa las adversidades, y el poder de la resiliencia colectiva para transformar. 

En ese libro, Jane define la esperanza como una virtud no de ingenuidad sino de valentía, que nos eleva a afrontar nuestros sentimientos de impotencia y desesperanza. 

“La esperanza es lo que nos da la energía para seguir luchando por lo que creemos, aun cuando las probabilidades estén en contra.”

En su vida escribió más de 30 libros y dedicó más de seis décadas a convivir y estudiar animales, ese sueño de niña se hizó realidad. 

Mirando la vida de Jane, podemos contemplar cómo cuando la tarea se vuelve sagrada, el tiempo deja de medirse en horas. El trabajo se refina con el paso de los días, y tanto la obra como el tiempo, se convierten en oro que quedan fijos en la eternidad. 

En esa conversación íntima del libro de la esperanza, Jane confesó sobre su última aventura: 

“¿Cuál cree que será su próxima gran aventura?’
... ‘Morir’, respondí. […].
‘Bueno, cuando mueres, o no hay nada —en cuyo caso, está bien— o hay algo. Si hay algo, en lo cual yo creo, ¿qué aventura más grande puede haber que descubrir qué es?”

Jane, tu voz, tu ternura y tu esperanza resuenan en cada animal que respira libre, en la belleza de la naturaleza que tanto nos enseña, y en cada persona que se atreve a soñar un mundo distinto. Que disfrutes tu nueva aventura.

Inspiración: 

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